La tempestad
[Entrevista realizada por Saula Sarai León Mendoza]
Hola, soy Margarita, mamá de Leobardo Marcos, un joven de 39 años con una vida hecha (esposa, hijos, trabajo) siempre razonable para solucionar las dificultades. Él no es tan apegado a mí, yo era la apegada a él. La enfermedad para mí se manifestó desde que el dolor de espalda apareció:
–Ve al doctor –le dije.
–Ya tengo tratamiento.
–Mijo tus ojos están rojos.
–Ya fui al doctor me dio gotas.
–Pero siguen rojos tus ojos.
En una ocasión fue a jugar fútbol rápido y se cansó demasiado. Dios mío que tiene mi hijo, el ya no volvió a jugar, seguido nos reuníamos con sus hermanos y primos, muchas veces el con la mano en la cintura.
–Hijo ve al doctor no vayan a ser tus riñones.
–Ya fui no tengo nada.
–Hijo estás flaco.
–Es la herencia que me dejaste, –yo soy diabética, no queriéndome preocupar. Asistimos a una fiesta familiar lo veo y le digo:
–¿Hijo qué tiene? ¿estás inflamado?
–No, estoy engordando.
Él con su esposa ya habían acudido a varios doctores, pero no decían nada. Me hizo una llamada su hermano mayor
–Mamá ¿estás en la casa?, va a venir Marcos, –ellos ya sabían. Me dijo mi nuera:
–¿Suegra se acuerda que le dijo a Marcos que estaba inflamado? pues fuimos al doctor y le detectaron un tumor maligno, nos vamos a México.
–¿Pero cuándo?
–Ya ahorita a las doce sale el autobús el doctor dice que urge que se vaya, ya hablo al hospital de México y ya mañana lo atienden le van a hacer un estudio muy riesgoso y delicado. Y vine para que nos preste dinero.
–Hijo tú sabes que el dinero ahí está, no tengo en efectivo, pero mañana te deposito. –Tenía dos semanas que había recibido una buena cantidad de mi pensión, señor yo para qué quiero el dinero si mi hijo está enfermo, no hubo reclamos para Dios ni para mi hijo no quería que me viera derrotada, me despedí y le di la bendición de Dios.
–No te preocupes, yo voy a estar bien, eso es lo que más me preocupa- me dijo.
–A los dos nos ama hijo vamos a estar bien.
Entre a mi cuarto oré, pedí perdón, misericordia para todos nosotros, pensando en que, si sucedía lo peor que pasaría con nosotros, sus hijos y esposa. Llegó la hora de llevarlo a la terminal del ADO, se fue su hermano y mi nuera a dejarlo, era la una, las dos de la mañana y no llegaban. Llamé a otra nuera “¿qué pasa? ¿por qué no llegan?” “Usted tranquila ahorita platicamos”.
Llegó mi hijo con su esposa, vieron a otro doctor que les explicó que el procedimiento que le iban ahacer era de muy alto riesgo: lo abrirían, le poncharían los pulmones, le despegarían dos costillas y no recuerdo qué más, pero el doctor que los atendió a las 11:30 de la noche para mí fue un milagro.
Un doctor muy humano. Explicó lo que él proponía, le mandó hacer la biopsia y dijo que en 5 o 7 días entregaban el resultado. Le recetó medicamento mientras entregaban los resultados. Al cuarto día entregaron los resultados, el doctor les llamó por teléfono y les dijo que necesita verlo. Les da la opción de iniciar con eltratamiento ese mismo día o al día siguiente. Ellos acordaron que al día siguiente, a partir de ese día yo no quería separarme de él, yo siempre arreglada como si no estuviera preocupada ni dolida. Soy aún empleada y en mi trabajo me dieron tres meses de permiso para estar con él y estuve en todas sus quimioterapias.
Empezó con la quimioterapia, hasta el tercer día de hospitalizado empecé a ver mejoría en él, ya se estaba desinflamando y más tranquilo. Cada que el doctor iba a visitarlo yo pendiente, no se imaginan el dolor de ver salir a mi hijo del hospital agotado, cansado, sin fuerza, sin ganas y tener que sonreír. Como dice el dicho: de dolor también se canta, cuando llorar no se puede.
Los familiares de mi nuera querían llevarlo a otro hospital a México donde ellos tenían contactos. Yo no dejé que lo movieran, los resultados de tratamiento eran evidentes y no era necesario, yo estaba muy molesta, dolida, no había necesidad de buscar un lugar más barato casi gratis si había el recurso económico.
Al terminar la tercera sesión de quimioterapia el doctor dijo:
–Si ustedes quieren y se hacen responsables y me dicen la fecha y la hora en que lo van a atender yo les doy mi reporte y se van, pero mientras no haya fecha y hora no lo arriesguen. Para la próxima sesión de quimioterapias me avisan si continuó con el tratamiento. Para esto el tumor ya había disminuido aproximadamente 75 % a 80 %.
Afortunadamente el tratamiento lo continuo aquí en Oaxaca, en la cuarta quimioterapia se le hizo un estudio, en donde el resultado es que no hay signo tumoral, que solo se veía una costra pegada en la vena.Llegó el cirujano de corazón y él dijo: “Tiene como un chicle pegado se puede operar, pero el riesgo es alto, firmarán un documento que se llama consentimiento de la cirugía”.
Pregunté ¿hay alguna otra opción? Sí, pero no quiero usarlo porque este tratamiento daña otros órganos, vamos a darle otras dos sesiones de quimioterapias para ver si se le despega. Para saber si funcionó tendrá que ir a México a la UNAM para que le hagan un estudio y ahí se verá si son células vivas o muertas. ese estudio nos va a decir si el tratamiento terminó.
¡Oh sorpresa! mi hijo ya no tiene cáncer, tiene secuelas de la quimioterapia. Gracias a Dios, y al médico tratante.
Ahora quiero aportar la parte de la fe. Yo siempre estoy segura de que Dios nos ama. Para mí la salud de mi hijo es un milagro, el señor está siempre presente y nos da lo que necesitamos, yo veo su misericordia desde que me dio el dinero suficiente, ahorrado durante 20 años, para la cura de mi hijo, la presencia del doctor que llegó en el momento justo con el tratamiento adecuado, las oraciones de todas las personas a nuestra madre santísima que ella como madre, le pida a su hijo que interceda por todos los que estamos aquí sufriendo por esta enfermedad y sobretodo el cuidado de su esposa con los alimentos naturales que fueron los idóneos para su recuperación.
*Estas palabras forman parte del libro en prensa Rostros en la Oscuridad: Cáncer, un libro que reúne relatos diversos de personas afectadas por el cáncer.