La actitud fortalece el alma
[Entrevista realizada por Graciela Noriega Jiménez]
Andrea es una mujer siempre entusiasta y positiva ante la vida, aún en los peores momentos.
Sentadas en el sofá de su casa comienza una plática al principio un poco incómoda para ambas; no es nada fácil abordar un tema tan delicado y personal para alguien; sin embargo, la personalidad amable y sonriente de Andrea hizo más fácil todo…
Les comienzo contando un poco de su historia de vida. Andrea es una mujer joven de 35 años, madre de un niño de 11 años, emprendedora en el ramo de la Cosmética, casada hasta antes de ser diagnosticada con cáncer.
Con mirada taciturna, Andrea comienza relatando que su vida ha sido un antes y un después de que la diagnosticaron con cáncer de mamá. Todo empezó hace un año y medio… un día explorándose en la ducha, detecta una bolita que meses antes no estaba; a diferencia de muchas mujeres, Andrea realizaba continuamente exploraciones de sus senos; y al detectar esta bolita fuera de lo común fue de inmediato con su ginecólogo, quien la exploró… La bolita estaba totalmente definida, se movía y todo indicaba que no era maligna. Sin embargo, para tranquilizar a Andrea, le mandó a realizarse un ultrasonido de mama.
Tal como lo había recetado su médico, se realizó un ultrasonido de ambas mamas. El resultado dio negativo de cualquier crecimiento cancerígeno. Andrea más tranquila con el resultado continuó con su vida, sin embargo, algo muy adentro le decía que las cosas no estaban bien…
Se acomoda y me ofrece un café, se lo acepto con mucho gusto y le ayudo a servirlos. Sé que lo que continúa de su relato será lo más difícil para ella.
Continuamos conversando y le pregunto ¿Qué pasó después del ultrasonido?; con una sonrisa me responde:
Chelita, yo pensé que gracias a Dios todo estaba bien, que solo eran paranoias mías, de verdad que deseaba con toda el alma que las cosas fueran así, pero yo tenía un presentimiento, un sentimiento raro de que esa bolita en mi seno no era normal, como que algo en mi cuerpo me decía… No lo dejes pasar, eso no está bien.
Después de seis meses insistí con mi médico que yo sentía que esa bolita crecía y que algo andaba mal, él me dijo que el ultrasonido no había arrojado ningún dato de alarma, pero como sabía que soy insistente y obstinada no iba a estar tranquila hasta que no me hicieron otro ultrasonido.
Y así fue, me realicé el segundo ultrasonido con la misma radióloga, en cuanto comenzó el estudio y por su reacción supe que las cosas no estaban nada bien, incluso yo misma pude ver en el monitor que era una imagen totalmente distinta al primer estudio.
Sus palabras aún las recuerdo: “Andrea, saliendo de aquí debes de ir de inmediato con un oncólogo, no debes perder tiempo”. Sentí que la cabeza me daba vueltas, quería salir corriendo al baño y vomitar.
No podía creer que en seis meses el diagnóstico haya cambiado tan radicalmente, al grado de que ahora esa bolita era un cáncer en fase 4 ¡No podía creer que mi vida diera un giro tan drástico en tan poco tiempo!
No negaré que al principio el mundo se te derrumba, pero después de la primera impresión, mi mayor preocupación era ver al oncólogo y comenzar de inmediato el tratamiento que fuera necesario… en estos momentos el tiempo es oro y no podía sumirme en la depresión, era un lujo que no podía permitirme.
De inmediato me puse en contacto con el oncólogo y me mandó a realizarme una mastografía y una serie de estudios, determinaron darme sesiones de quimioterapia “blanca y roja” como suelen llamarle.
Este proceso ha sido muy difícil, soy una mujer que le encanta verse arreglada y ver que se comienza a caer tu cabello, que tu piel se reseca y que las quimioterapias están haciendo que subas de peso es algo que ha sido impactante, pero ha sido lo de menos.
El divorciarme de mi esposo en estos momentos ha sido lo más devastador, incluso más devastador que el propio cáncer. Nunca lo imagine, siempre te casas pensando que es para compartir tu vida en las buenas y en las malas… Darte cuenta que no es así es muy doloroso.
Por sus mejillas de Andrea, ruedan lágrimas de tristeza y decepción, pero aún así continúa contándome.
Hay días en que mi actitud y mis ganas de vivir son las que me levantan de la cama. Ver a mi hijo a mi lado hace que todo se olvide y que me enfoque en lo principal… en dar la batalla todos los días. Soy una mujer valiente y esta batalla la voy a sortear con ayuda de Dios, mi familia y mi voluntad de vivir.
Actualmente estoy próxima a concluir las sesiones de quimioterapia, he subido 8 kilos y de acuerdo conlo que me dice mi oncólogo, se valorará la cirugía de mastectomía.
Estoy confiada en Dios de que esto solo será un capítulo en mi vida y que pronto tendré buenas noticias.
*Estas palabras forman parte del libro en prensa Rostros en la Oscuridad: Cáncer, un libro que reúne relatos diversos de personas afectadas por el cáncer.